El Instituto Otero Pedrayo acaba de inaugurar un Museo Pedagógico con más de doscientos elementos que nos ilustran acerca de la enseñanza de las ciencias en los siglos XIX y XX.
Las mandíbulas de un delfín y un tiburón que vivieron en Asia en 1861; unos tucanes de 1892, claro que disecados; una cabeza de porcelana de Sevilla que se utilizaba para estudiar las partes del cerebro humano… Todo esto y mucho más, forma parte de la colección de instrumentos y material pedagógico que el Instituto reunió a lo largo de su vida y que hicieron las delicias –o el tormento- de los estudiantes de aquéllos tiempos.
El Museo se ha ubicado en una antigua sala de música, en los sótanos del edificio, y cuenta con más de 40 metros cuadrados para albergar los objetos de los antiguos gabinetes de Física, Química y Ciencias Naturales.
El material comenzó a reunirse en 1984 a partir de los objetos que se encontraban en el Instituto y otros que guardaban los ex – alumnos y antiguos docentes; todo se encuentra restaurado, y la misión del Museo es convertirse en un espacio referencial sobre la enseñanza de esas ciencias para toda la provincia.
Hay artefactos de nombres tan extraños a los oídos de hoy como la “Marmita de Papin”, la “Máquina de Ramsden”, sistemas de poleas, máquinas de vacío, y muestras, como por ejemplo la piel de una cobra africana de más de dos metros de largo.
Foto: flickr
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